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31 ago 2007

Marcado para morir...


El estridente ruido le despertó a las 6 a.m. de aquel oscuro y lluvioso día. Se puso de pie y de inmediato un enorme trozo de concreto cayó del techo. Vociferó contra el chico del apartamento de arriba que había puesto la música a todo volumen.

Flacucho, despilfarrado, con negrísimas ojeras y pelos de chancho en la nariz, oídos y cuello, aquel hombre de apariencia miserable no podría evitar que aquel fuera el último mediodía de su vida.

De reojo y con desprecio, miró a la mujer que había dormido con él por dos décadas oficialmente y 23 de manera extraoficial.

Entró a la ducha. Resbaló al pisar un residuo de jabón y estuvo a punto de pegar su cabeza contra el filo mortal de la bañera. Maldijo entonces a su suegra que siempre dejaba el jabón en el piso.

Estaba de muy mal humor . Todo era culpa del enorme aguacero (casi diluvio) y de los truenos que estaban a punto de reventarle los tímpanos.

Salió de su casa hacia la oficina. Sin darse cuenta invadió el carril contrario con su vehículo y por poco fue embestido por un oxidado camión color rosa mientras se ajustaba la corbata mirándose en el espejo retrovisor. Descargó palabras irrepetibles contra el otro conductor, el Presidente de la República y la Ministra de Transportes.

Tarde como de costumbre, entró empapado al edificio donde laboraba, atravesó el lobby y presionó el botón del elevador. La puerta se abrió y casi da un paso al vacío, de no ser porque había notado que las llaves de la oficina quedaron en el automóvil. Increpó entonces a su secretaria.

Regresó al vehículo, flexionó sus piernas para tomar las llaves que estaban junto al pedal del freno y una bala perdida de un tiroteo al otro lado de la ciudad, silbó cerca de su oreja. -Maldito mosquito - atinó a decir.

Aunque iba a llegar más tarde pasó a tomarse un café negro en la tienda de la esquina.

Mientras cruzaba la calle de vuelta, un precioso Chevrolet del 66, con vidrios oscuros y motor de 600 caballos de fuerza estuvo a punto de arrollarlo y él ni siquiera lo notó.

Ya sentado frente a su escritorio, aquel vendedor de seguros de vida, renegó de su existencia diciendo:
- ¡Mi vida es basura! Mi mujer es horrible, vivo con mi suegra, no tengo hijos y mi secretaria no quiere acostarse conmigo...

Al instante sonó el teléfono. Contestó de mala gana como siempre. Bastaron 16 segundos para que su semblante adquiriese un blanco más blanco de la cuenta, sudara por el bigote y empezara a tener mareos.

Le siguió el dolor en el pecho y un agudo dolor en su brazo. El aire le falta. Se dio cuenta que era su último minuto de vida. Era el tercer infarto en un año. Recordó las palabras del médico: un nuevo infarto sería imposible de superar.

-Si hubiera tenido la oportunidad, habría dado mi vida para que esto no pasara- se dijo mientras soltaba el último hálito de vida.

Al día siguiente esta era la historia de portada en todos los periódicos del lugar:

Un ladrón habría entrado a la casa de un vendedor de seguros luego que él salió hacia su trabajo. Habría llegado en un oxidado camión color rosa. El chico del departamento de arriba estaba en la habitación con su esposa. El veinteañero quiso enfrentar al delincuente y se armó un tiroteo. Las balas corrieron por toda la ciudad. El chico y su esposa murieron acribillados y el delincuente escapó en el precioso Chevrolet 66 con vidrios oscuros y motor de 600 caballos de fuerza que había reconstruido luego de varios años de trabajo. Su suegra fue la única sobreviviente. El vendedor había fallecido fulminado de un ataque luego de recibir la noticia. Y por si fuera poco, la secretaria de aquel desgraciado sujeto había muerto al caer al vacío luego de abrirse la puerta del elevador de su oficina al regreso del almuerzo.

27 ago 2007

LA GATA PARDA DE DOÑA JULY

Esa oscura mañana los recuerdos estaban más frescos que nunca: hacía un año y un mes que había traído a esa horrible gata parda y hacía un mes exacto había perdido al hombre que vivió con ella por 76 años.

Doña July no sabía vivir sin él. Pasaba las noches llorando sentaba frente a la amplia y rústica ventana, ansiando escuchar la voz de don Fausto otra vez.
Apareció muerto, asfixiado sobre la cama. La policía sólo encontró algunos pelos de gato sobre él, mientras ella convalecía en el hospital víctima de toxoplasmosis.

No había regalado el animal pues no quería ser víctima del remordimiento. Recordaba muy bien como Fausto pasaba sus horas acariciándola y repitiéndole lo que por más de 50 años no le había dicho a su propia esposa: "Te amo princesa".

A mediodía de ese viernes, preparó su comida como siempre, trajo el viejo tenedor de Fausto y cuando empezaba a comer encontró excremento de animal en el plato, justo al lado de las albóndigas.

-Me las va a pagar ese animal peludo-, pero no la encontró en la casa.

Entrada la noche, mientras lloraba a Fausto como de costumbre, de pie y casi saliéndose por la amplia ventana abierta, recibió el peso completo de la obesa gata en su frágil espalda.
Quedó balanceándose sobre el marco por unas milésimas de segundo. De no andar los suecos de madera que pesaban como tres kilos hubiera caído al frío cemento desde el segundo piso. Su corazón casi se detiene.

Confirmó sus sospechas: aquella gata parda había matado a Fausto y quería matarla a ella también.

Cuchillo en mano bajó por las escaleras, llegó a la canasta y no la vio. Con enorme dificultad se arrodilló y buscó bajo aquel viejo sofá donde a veces gustaba dormir, pero más bien encontró un papel masticado y lleno de pelos de gato. Lo extendió y leyó lo siguiente:

-"July, usted es el amor de mi vida. Con usted he vivido los años más hermosos de la vida y sé que no le he dicho esto en persona en más de medio siglo, pero hoy en nuestro aniversario se lo escribo: LA AMO MUCHO. Hoy mismo regalaré a esa gata que la ha enfermado. Fausto". Tenía fecha del día de la desgracia.

Lloró desconsolada, le daba lo mismo vivir que morir. Había sido un crimen pasional ¿Pero como explicárselo a la policía?

La escuchó maullar en su cuarto. Más decidida que nunca y dispuesta a no fallar, subió las escaleras. Se echó sus 96 años a cuestas y corrió con las fuerzas de una quinceañera.

En aquel momento la luz se apagó y se escuchó un estruendo en la pequeña casa.

Tres días después la policía forzó la puerta ante el mal olor que desprendía la anticuada estructura.

Allí estaba doña July a los pies de la escalera sin asomos de vida. Junto a ella la enorme gata parda que no dejaba de maullar.

-Pobre gata, dos pérdidas en un mes-, dijo resignado el sargento Martínez.

El humilde policía tomó la peor decisión de su vida, llevarla a vivir a su casa, dado que él y su esposa estaban buscando mascota desde hacía semanas.

-Te voy a dar un hogar princesa, ya no vas a sufrir más- le susurró, sin saber lo que pronto vendría.

24 ago 2007

MARCH Y GRIS EN EL RECUERDO



Vivía en una pequeña y retorcida casa de madera en la entrada del pueblito más caliente del universo. Todo estaba seco: los árboles, riachuelos, el aire y las personas.

Las emociones en Barrio el Recuerdo eran eso: recuerdos lejanos. Los niños no jugaban. Se la pasaban sentados en el parque viendo pasar las horas, días… años. Veían pasar su vida sin alegría alguna.

Ese día, con más calor de lo común, March pensó en cambiarle la vida a El Recuerdo. ¿Cómo? Compró una perrita que bautizó Gris. La llevaría al parque y devolvería a los niños la ilusión y sonrisas propias de su edad.

Hizo según lo planeado y a las 10 a.m. en punto apareció con la perrita que desbordaba energía y alegría por doquier. Los niños sorprendidos se acercaron a ella.

March en sus ojos casi lloraba de emoción al ver que su plan estaba funcionando, pues captó la atención de los chiquillos. Pero lo que sucedió a continuación jamás se lo esperaba.

Los chicos tomaron piedras y empezaron a lanzárselas a aquel bulto de pelos que interrumpía la bien planeada monotonía del lugar. La perrita no sabía lo que pasaba y corrió con su dueña a guarecerse de aquella lluvia de proyectiles.

March decidió darle otra oportunidad a los chicos y llevó a Gris nuevamente al parque al ser las 10 a.m. de la siguiente mañana. Aunque Gris estaba contenta, tuvo más precaución que el día anterior. No sirvió de nada. Inició la lluvia de proyectiles contra la perra y su dueña.

Entonces, en medio de un silencio abismal Gris se incorporó en sus extremidades traseras y con exquisita pronunciación gritó:

- ¡A ellos March!

March empezó a ladrar y corrió tras los niños, según cuentan aún, para morder sus narices, que es la parte del cuerpo que más duele al ser víctima de un buen mordisco.

Desde entonces March y Gris tienen fama de ser la pareja más malhumorada de El Recuerdo.

Gris ya camina en dos patas y March está aprendiendo a hacerlo en cuatro extremidades.

Y hasta dicen por ahí que ya Gris le pidió a su ¿dueña?, que le comprara un compañero… al que pondría por nombre Caki.

22 ago 2007

DREAM A LITTLE DREAM OF ME...



Esta canción hace brotar suspiros e imágenes de lo más profundo de mi alma. Me hace estremecer y caer en una fantasía de otro mundo.... Sueña conmigo!

HISTORIA DE MI PRIMER FANTASMA

-Los fantasmas no existen. Dejá ya de decir necedades Danilito- dijo algo enojada.

-¡Qué sí mami! Yo a veces en la noche los veo. No me dejen solito hoy, cualquier día menos hoy, POR FAVORRRRR - decía esa noche fría y oscura de setiembre de 1987, con apenas 8 años.

-Ya venimos son como 20 minutos nada más - replicó mi mamá debatiéndose entre el regaño y la lástima.

Sentado con la única luz de la sala, pues la otra se había quemado hacía días, sólo esperaba el descelance macabro, la manifestación aterradora que me iba a dar la razón.

La radio quedó en silencio, la lluvia cesó de momento y como hierro a imán, la puerta del dormitorio atrajo mi mirada de un impulso.

-La puerta está cerrada con llave. Yo mismo lo hice. ¿Qué puede pasar? - me lo repetí varias veces para darme ánimo.

El cerrojo abrió y la perilla dio vuelta. La puerta abrió de golpe y un viento espeluznante congeló mi sangre.

Mis padres llegaron tres minutos después de lo prometido. No me encontraron en la casa, sino sentado en el corredor, llorando y temblando de frío.

Nunca desde entonces me he quedado sólo en ese lugar nuevamente.

¿A ustedes nunca les ha pasado nada así?

17 ago 2007

LA NOCHE EN QUE VOLVÍ A NACER


Sonó un chirrido escalofriante... aquel enorme vehículo se estrelló directo contra la buseta que iba un par de metros delante.

-¡Un accidente por Dios, veamos si todos están bien!

De pronto baja aquel hombre con su cara oscura, un rifle en la mano y esa mirada penetrante.


Se detiene, respira hondo y se dirige hacia mí. Me mira de reojo, duda. Mis ojos se entrecruzan con los suyos y petrificado casi dejo de respirar.

De pronto, empieza a correr a ritmo de las sirenas policiales. Dos segundos de silencio que son cortados por las miles balas que van y vienen. Los músculos no reaccionan, no hay reflejo, no hay impulso cerebral.

Hubo un silencio estremecedor. Corrí entonces a toda velocidad sin siquiera mirar detrás.


Al día siguiente... en todos los periódicos: "policía baleado en la cabeza por robacarros" "secuestran a señora para robarle el vehículo"...


No sé en cual momento,


si cuando escuché el chillido catastrófico,
si cuando cruzamos miradas,
si cuando las balas flotaban como mosquitos,
si cuando realmente asimilé lo que pasó,

pero volví a nacer y.... eso lo celebro!

3 ago 2007

LA TEORÍA DE LAS VACACIONES...

En estos días de vacaciones he reafirmado una teoría que desde hace mucho tiempo quería probar: NO SE NECESITA DINERO PARA SER FELIZ.

Sino más bien saber aprovechar y administrar lo que poco que uno pueda tener para aventurarse y descubrir lo hermoso de las cosas más simples.

Un atardecer en la playa...


Una noche de luces llenas...



Una vista increíble de las entrañas de la tierra



Un domingo con la familia y los amigos...




Toparse con una vieja conocida en el camino...

Mojarse en el cuarto humedal más importante del mundo...


Una tarde tendido en la piscina...


Un abrazo de la bruma misteriosa...



Una mañana en el verde del campo...



Un mediodía en tierras de los ancestros...



Y finalmente... un sueñito en el camino


Gracias a Dios por permitirme tener lo poco que tengo y no darme lo mucho que no me hace falta.