Vivía en una pequeña y retorcida casa de madera en la entrada del pueblito más caliente del universo. Todo estaba seco: los árboles, riachuelos, el aire y las personas.
Las emociones en Barrio el Recuerdo eran eso: recuerdos lejanos. Los niños no jugaban. Se la pasaban sentados en el parque viendo pasar las horas, días… años. Veían pasar su vida sin alegría alguna.
Ese día, con más calor de lo común, March pensó en cambiarle la vida a El Recuerdo. ¿Cómo? Compró una perrita que bautizó Gris. La llevaría al parque y devolvería a los niños la ilusión y sonrisas propias de su edad.
Hizo según lo planeado y a las 10 a.m. en punto apareció con la perrita que desbordaba energía y alegría por doquier. Los niños sorprendidos se acercaron a ella.
March en sus ojos casi lloraba de emoción al ver que su plan estaba funcionando, pues captó la atención de los chiquillos. Pero lo que sucedió a continuación jamás se lo esperaba.
Los chicos tomaron piedras y empezaron a lanzárselas a aquel bulto de pelos que interrumpía la bien planeada monotonía del lugar. La perrita no sabía lo que pasaba y corrió con su dueña a guarecerse de aquella lluvia de proyectiles.
March decidió darle otra oportunidad a los chicos y llevó a Gris nuevamente al parque al ser las 10 a.m. de la siguiente mañana. Aunque Gris estaba contenta, tuvo más precaución que el día anterior. No sirvió de nada. Inició la lluvia de proyectiles contra la perra y su dueña.
Entonces, en medio de un silencio abismal Gris se incorporó en sus extremidades traseras y con exquisita pronunciación gritó:
- ¡A ellos March!
March empezó a ladrar y corrió tras los niños, según cuentan aún, para morder sus narices, que es la parte del cuerpo que más duele al ser víctima de un buen mordisco.
Desde entonces March y Gris tienen fama de ser la pareja más malhumorada de El Recuerdo.
Gris ya camina en dos patas y March está aprendiendo a hacerlo en cuatro extremidades.
Y hasta dicen por ahí que ya Gris le pidió a su ¿dueña?, que le comprara un compañero… al que pondría por nombre Caki.
Las emociones en Barrio el Recuerdo eran eso: recuerdos lejanos. Los niños no jugaban. Se la pasaban sentados en el parque viendo pasar las horas, días… años. Veían pasar su vida sin alegría alguna.
Ese día, con más calor de lo común, March pensó en cambiarle la vida a El Recuerdo. ¿Cómo? Compró una perrita que bautizó Gris. La llevaría al parque y devolvería a los niños la ilusión y sonrisas propias de su edad.
Hizo según lo planeado y a las 10 a.m. en punto apareció con la perrita que desbordaba energía y alegría por doquier. Los niños sorprendidos se acercaron a ella.
March en sus ojos casi lloraba de emoción al ver que su plan estaba funcionando, pues captó la atención de los chiquillos. Pero lo que sucedió a continuación jamás se lo esperaba.
Los chicos tomaron piedras y empezaron a lanzárselas a aquel bulto de pelos que interrumpía la bien planeada monotonía del lugar. La perrita no sabía lo que pasaba y corrió con su dueña a guarecerse de aquella lluvia de proyectiles.
March decidió darle otra oportunidad a los chicos y llevó a Gris nuevamente al parque al ser las 10 a.m. de la siguiente mañana. Aunque Gris estaba contenta, tuvo más precaución que el día anterior. No sirvió de nada. Inició la lluvia de proyectiles contra la perra y su dueña.
Entonces, en medio de un silencio abismal Gris se incorporó en sus extremidades traseras y con exquisita pronunciación gritó:
- ¡A ellos March!
March empezó a ladrar y corrió tras los niños, según cuentan aún, para morder sus narices, que es la parte del cuerpo que más duele al ser víctima de un buen mordisco.
Desde entonces March y Gris tienen fama de ser la pareja más malhumorada de El Recuerdo.
Gris ya camina en dos patas y March está aprendiendo a hacerlo en cuatro extremidades.
Y hasta dicen por ahí que ya Gris le pidió a su ¿dueña?, que le comprara un compañero… al que pondría por nombre Caki.
13 comentarios:
Excelente relato amigo, sin duda alguna realismo mágico en una tragi-comedia de épocas pasadas por venir. Excelente.
Realmente un fábula muy sugestiva, me gusto una banda. Te agradezco tus palabras en mi ventanita al mundo y quiero que sepas que también se nota la calidez en tu mundo, así que también volveré a disfrutar tus textos, exitos!
Muy lindo tus escritos, me alegra haberte encontrado
Me encant� el relato y gracias por leerme a diario y por tus comentarios, besos. Claudia
Graciasssss
BIEN HECHO!!! ACTUO EN DEFENSA PROPIA, HARTO FEO EL PERRITO SI, JAJAJA PERO ME GUSTO QUE SE DEFIENDA!
BUENA HISTORIA
BESOS
MAR
Muy buena tragi-comedia.
Saludos.
www.entrecorbatasyescotes.blogspot.com
Me has dejado atolondrada!
Tuve que volverlo a leer. Dicen que los perros terminan pareciéndose a sus amos pero no sabía que además se usurpaban los papeles!
Sin embargo... bien hecho!
Qué paseo! Siento como si me bajara de una montaña rusa.
Beso celeste!
Ah! respecto a tu pregunta... te refieres a Celeste? Si es así...
El azul, el celeste significa mucho para mí: Profundidad, claridad. Lo inabarcable, lo puro y lo seguro. Lo cierto. La ternura. El mar y el cielo. Mi cielo lejano de donde crecí. Azuliiiito hasta donde no podía ver más. Mi mar lejano de donde crecí. Azul y transparente en su superficie. Tranquilito, como dormido en las mañanas y más allá... profundo, profundo, lejano, amplísimo, con mucho, mucho, muchísimo más de lo que no podemos ver a simple vista. Como el cielo. Azul, hasta allá, más allá, hasta donde no podemos ver los planetas y las estrellas que hay tras de él. Hay que fijarse bien, muy bien. Profundizar. Estudiar, analizar. Fijarse bien y probar. Adentrarse en ellos para ver qué hay más allá...
Así soy yo. Celeste como ellos.
amigo ese perrito
me da miedo.!DuD
un beso y un abrazo fuerte.!
Yo
me podría poner a alabar la retórica y la calidad de vuestra inventiva.
Pero sólo me limitaré a decir:
wow!
saludos
Buena prosa, esa tuya. Me gusta cuando la gente escribe bien. Creo que es la más amplia cortesía para el lector y, todavía más, demuestra cultura. No solo es buena prosa, también es creación en esta historia perruna que nos lleva a una pareja canina malhumorada. Felicidades de las de verdad, no de las de mero formulismo. Por cierto, está usted muy serio en esa foto, más que un árbitro de futbol en medio de un pleito mejenguero. Por dicha mi fauno me protege con sus ojos en las manos tapándose los ojos. Un abrazo cordial. w
Me sonrio de esa historia tan particuilar pero, sobre todo, por la mascota, ¡Qué imágen!
Un abrazo iluminado de sonrisas!
ayy que feo perrito!
què linda historia!
;)
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